lunes, 22 de febrero de 2016

Descripción modernista


Aun puedo recordar la primera vez que viajé a Sevilla, la primera vez que me enamoré de esa mágica ciudad, de sus calles y de sus gentes. 

Todo comenzó hará un año (aunque verdaderamente, ya sentía un gran interés por ella antes de visitarla) cuando mis padres decidieron ir a pasar una semana allí. Tratándose de mi predilección por la capital andaluza, no es necesario decir que mi alegría al conocer esa noticia no fue pequeña. 

Nos dispusimos pues, a realizar dicho viaje y, una vez llegamos allí, aquel ambiente, aquellas viejas a la vez que sorprendentes calles, esos carromatos negros tirados por majestuosos caballos blancos con crines adornadas, esas encantadoras gentes y, por supuesto, el espléndido y maravilloso puente de Triana no me decepcionaron en absoluto.

Nos dispusimos a continuación, tras llevar dos días ya allí y aumentando consigo mi gran pasión por Sevilla,a visitar el Parque de María Luisa, concretamente la Plaza de España.

¡Cuánta belleza junta podían admirar mis ojos al contemplar el increíble paisaje que tenía frente a mi! Y es que no era para menos, pues la hermosura, al tiempo que la longevidad que poseía aquel lugar dejaba atónito a cualquiera. Tuve el gran privilegio de montar en barca en aquella plaza, así como en carruaje de caballo, permitiéndome de esta manera, internarme más en la historia que contenía cada uno de sus puentes, sus arcos, y sus inmensas vistas.

No es necesario decir que el resto de los días pasados allí fueron jubilosamente buenos para mi, días que aproveché, en los que aprendí más que nunca sobre la historia que en un tiempo fue reunión de musulmanes, judíos y cristianos y cabe decir, días que no olvidaré jamás.

Plaza de España
Orillas del río Guadalquivir y Giralda